LA RONDA DE MOTILLEJA
La Ronda de Motilleja es una de las pocas rondas tradicionales manchegas que mantienen viva la transmisión cultural generacional, tanto en el repertorio como en las formas de interpretar, tocar y cantar el mismo. En la actualidad, la Ronda cumple la función de utilizar este modo de expresión popular de la tradición motillejana para diversión de los propios músicos y de quien gusta de las músicas y bailes que interpretan. La Ronda de Motilleja está formada por músicos locales que han recogido el fruto de una tradición cultural festiva muy arraigada en esta población y que, con su actividad de hoy, realizan una meritoria labor de conservación, valorización y actualización de uno de los repertorios de la música tradicional más interesantes de la vasta región manchega y del sur de Castilla en general.
La Ronda, una Ronda como tal, se podría definir como el grupo de músicos aficionados que tocan instrumentos populares y cantan temas de la tradición oral, propios del calendario festivo de cada pueblo, ya sean del ámbito privado o público, (aguilanderos, mayos, pasacalles, bailes, celebraciones varias, etc.). Este tipo de agrupación musical, aunque en algunos casos con matices diferenciadores, es conocida en otros lugares como Cuadrilla, en Murcia, Panda, en Málaga, Parranda, en Canarias, So, en Valencia, y Ronda en las comarcas manchegas y en otras zonas de Castilla, en Extremadura y Aragón, etc.
La Ronda manchega se caracteriza por no ser un grupo organizado, no pertenecer a ninguna cofradía religiosa, ni participar en celebraciones rituales, generalmente. Por el contrario, es de creación espontánea e independiente, y basa su actividad en el mantenimiento del elemento musical en fechas determinadas del calendario cíclico festivo de cada comunidad rural, por un lado (las rondas de mayos y aguilandos son claro ejemplo de ello); y, por otro, en el uso de manera arbitraria del repertorio tradicional así como de la inclusión de nuevos ritmos que las modas imponen, en reuniones informales, familiares, de amigos, donde mantener el ambiente de fiesta y diversión es lo único importante, su razón de ser; o bien los músicos de la Ronda son contratados ad hoc para hacer los bailes de bodas, participar en murgas de Carnaval, realizar los bailes del Domingo, etc. La Ronda no tiene una composición fija en número de componentes, puede estar formada por tres o cuatro músicos y llegar hasta una docena.
Motilleja es un pequeño pueblo de poco más de medio millar de habitantes situado en la comarca de la Manchuela del Júcar, en la provincia de Albacete. De aquí proviene esta formación, integrada por 27 componentes, algunos de los cuales deben ser de localidades vecinas, ya que si no los números no acabarían de cuadrar. Pero, dejando de lado las matemáticas, lo que sí es cierto es que La Ronda de Motilleja ha revolucionado el panorama musical de las mencionadas tierras con su empuje y su revisión de la música tradicional manchega. Y no lo han hecho solos, ya que han contado con la ayuda de un montón de invitados de prestigio.
Kepa Junkera, La Musgaña, Vanesa Muela, Fetén Fetén, Eliseo Parra, Los Hermanos Cubero y Manuel Luna son algunos de los participantes en el sabroso guisado de La importancia del sofrito, un disco que, como su nombre indica, quiere resaltar el carácter determinante de este condimento, que es el resultado de la combinación de muchos ingredientes, como la misma música que cultivan.
El repertorio del grupo está basado en los ritmos propios del país, que son la mar de variados. Compuesto principalmente por pericones, seguidillas manchegas, romances, cantos picaos, fandangos, sevillanas y jotas, la mezcla aporta los matices en un más que apreciable sofrito en el que pueden aparecer tonadas tan populares como las de Si me quieres escribir, Mambrú se fue a la guerra -en La mala noticia– o No hay quien pueda con la gente marinera” -en Jota EnFaDada– y que, además, de vez en cuando, sorprende con unas letras de palpitante actualidad y cargadas de crítica política, económica y social, con referencias al yihadismo, el “fracking”, la corrupción y el poder de la banca.
Las Rondas usan instrumentos populares de cuerda propios de la zona (guitarra, bandurria, laúd, octavilla, guitarro, requinto, etc.); a veces utilizan instrumentos de la música culta popularizados y adaptados al repertorio de cada lugar (violín, acordeón, flauta, etc.) y también pueden acompañarse de instrumentos de percusión tradicionales (botella labrada, almirez, hierrecillos, panderetas, panderos, platillos, zambombas, etc.). Por tanto, podemos asegurar que la Ronda es un verdadero vehículo de transmisión cultural y herramienta de autoestima e identidad grupal.