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La Rondalla de El Pobo: El milagro de seguir sonando

Cuando llega el solsticio de verano y cae la noche más corta del año, en El Pobo se vive un rito que lleva más de tres siglos repitiéndose, el canto de las albadas. Son versos antiguos, en cuartetas nacidas allá por el siglo XVII según ciertos estudios, que honran la figura de san Juan Bautista y de los santos patronos Juan y Pablo. Pero si estas canciones perduran hasta hoy, es gracias a una formación que nunca ha dejado de existir y se ha ido renovando a través de las generaciones: la Rondalla de El Pobo.

Esta rondalla no actúa el resto del año ni gira por los pueblos, se junta solo una vez, y con un único propósito, acompañar las albadas en nuestras fiestas de san Juan. En una época en la que muchas músicas de raíz se han ido perdiendo, transformando o sustituyendo por otras más modernas, esta pequeña agrupación ha intentado mantenerse fiel a su origen a lo largo del tiempo. Y eso, sin haber fallado nunca a su cita. 

El canto tiene lugar en la iglesia, tradicionalmente en la noche previa a la festividad de los santos a quienes se honra. Se interpreta con bandurrias, laúdes, guitarras y guitarricos aragoneses, en los tonos de Re y La7, y se alternan entre voz y los instrumentos de cuerda, en un estilo de canto alto y característico. Sin embargo, hoy en día el canto ya no es coral, como lo fue en el pasado, ni se interpreta con la variedad instrumental de entonces. Antes, además de la guitarra, se incorporaban también el triángulo y el tambor. 

El resurgir de la Rondalla de El Pobo va de la mano del Festival Poborina Folk, que desde su primera edición en 1999 y celebrando este su 25.º aniversario, ha apostado por estas músicas, convirtiéndose en uno de los referentes del circuito de festivales folk a nivel nacional. Gracias al festival, las albadas ya no se quedan solo entre los vecinos del pueblo, ahora llegan a un público mucho más amplio y diverso. El festival les ha dado escenario y repercusión, pero sobre todo orgullo, el de saber que aquí, en lo pequeño, se guarda algo grande. 

Hoy el mundo ha cambiado, y también el pueblo, hay menos gente y peligran las tradiciones en estos territorios vaciados, pero la rondalla sigue, se ha ido sumando algún componente más joven junto con los ya veteranos, los componentes resisten, y mientras haya alguien que sepa tocar o entonar, las albadas no callarán. Porque en El Pobo, cuando suena la primera estrofa, no es solo música lo que acontece, es el recuerdo de los que ya no están, el latido de los que siguen, y el alma de un lugar que se niega a olvidarse de sí mismo y sus tradiciones. La rondalla forma parte de nuestra historia pero también del presente, y mientras aguante, los pobinos seguirán cantando. Una forma de decir “seguimos aquí”. 

La fotografía que acompaña a este texto muestra algunos de los integrantes de la Rondalla de El Pobo, junto con varios quintos del pueblo, en una escena típica de aquellos días de san Juan, cuando iban de casa en casa recogiendo presentes para estas celebraciones. Esta imagen, que se calcula fue tomada hacia 1965, ha sido restaurada minuciosamente e impresa en lona para ser expuesta al público durante la celebración del festival, junto a este texto para que cualquiera pueda conocer un poco más sobre la Rondalla de El Pobo, identificar a quienes aparecen en dicha instantánea y entender mejor el valor que tiene esta tradición en el corazón del pueblo. 



En orden, de izquierda a derecha y de arriba abajo: 

Sixto Izquierdo Corella, Alpidio Buj Herrero, Teófilo Guillén Chulilla, Cándido Buj Herrero, Pedro Sánchez Tena, 

Ángel Marín Alcón, Ramón Molina Cebrián, Pablo Liberos Guillén, Ezequiel Sangüesa Escorihuela.

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