Lo que hace Esfuria Tronadas por las calles de El Pobo no son pasacalles, es más bien como si un cartero de los de antes, de los de la saca al hombro, fuera entregando tarjetas de alegría casa por casa.
Al igual que con Alarifes, los hemos visto dar sus primeros pasos y, poco a poco, se han ido haciendo el merecido hueco que hoy en día ocupan en nuestro festival.
Lo de esta gente es contagioso. Cuando te das una vuelta bailando al son de su música acabas sonriendo sin saber muy bien por qué. Ellos no paran de mirarse entre sí buscando ese soporte cósmico que es la cómplice sonrisa del compañero y eso, por ser tan espontáneo, se contagia irremisíblemente. El acompañamiento que hacen de los cabezudos provoca, además, escenas plagadas de la más sana diversión.
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